DIÁCONO PERMANENTE
El ministerio del diaconado viene sintetizado por el Concilio Vaticano II con la tríada: "ministerio (diaconía) de la liturgia, de la palabra y de la caridad". De este modo se expresa la participación diaconal en el único y triple munus de Cristo en el ministro ordenado. El diácono "es maestro, en cuanto proclama e ilustra la Palabra de Dios; es santificador, en cuanto administra el sacramento del Bautismo, de la Eucaristía y los sacramentales, participa en la celebración de la Santa Misa en calidad de "ministro de la sangre", conserva y distribuye la Eucaristía; "es guía, en cuanto animador de la comunidad o de diversos sectores de la vida eclesial".
De este modo, el diácono asiste y sirve a los obispos y a los presbíteros, quienes presiden los actos litúrgicos, vigilan la doctrina y guían al Pueblo de Dios. El ministerio de los diáconos, en el servicio a la comunidad de los fieles, debe "colaborar en la construcción de la unidad de los cristianos sin prejuicios y sin iniciativas inoportunas", cultivando aquellas "cualidades humanas que hacen a una persona aceptable a los demás y creíble, vigilante sobre su propio lenguaje y sobre sus propias capacidades de diálogo, para adquirir una actitud auténticamente ecuménica".
Monseñor Luis Martínez Flores.
Párroco.
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